viernes, 9 de diciembre de 2011

"Vamos, ven"

"No sé por qué, no sé por qué ni cómo 
me perdono la vida cada día".
Dos versos sublimes de Miguel Hernández
con los que concluye su poema "Me sobra el corazón".
Y, aunque ahora mis miserias sabrán a poco y sonarán pobres, ahí van:



Turbado el cuerpo de sangres varias,
azules graznidos de cuervos y yunques,
derrotas amargas, derrotas:

Miro los puñales de las estrellas,
(¡qué banal mi mundo!)
y vomito cada noche la cena.

Hay diez árboles turbios
esperándome al final de esta hilera de cipreses,
agónicos, se deshacen con el viento,
con el viento.

Se queda mi alma aquí y ahora
porque me da la gana,
porque estoy harto de tanta pena
de tanta sonrisa y tanta pena.

No me tiemblan hoy ni las venas,
ni las venas:

saben que ha llegado la hora de partir,
lo saben.

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