jueves, 25 de octubre de 2012

A los ojos de la cría de la foto.

Un brindis por lo patético, por lo empalagoso (levanto la copa y...


Viviendo a contratiempo uno se siente como estúpido, especial entre especiales, qué sé yo. Me gustan tus ojos cuando se humedecen y se entornan en la zona próxima a las sienes, como las ventanas de mi cuarto en los atardeceres de otoño. Son como el ritmo del Soul, una lágrima en tu mejilla quizá. Y que guardes silencio y me mires como si se acabase el cielo en mi nuca, todo concentrado ahí, en un pedazo de mi cuerpo. Que estés seria, o casi, y te caiga el pelo alborotado por los hombros, que tres segundos sean tres lugares, y que los bailes de sonrisas me jueguen una mala pasada.
Los espacios que pasan a gritos, los segundos que invadimos y no conquistamos, la pereza al besarte, qué sé yo. Se nos despista la cadencia y nos refugiamos a la orilla del camino, casi agonizando.  Leer un libro, acampar en tus párpados, que la lluvia me inunde.
Ver cómo desaparece todo y te vas. Pensar que las palabras clave ya han sido dichas y decidir no redundar, porque tus ojos son tus ojos. Y volver a casa cabizbajo, con las manos en los bolsillos, escribiendo versos de cabeza. Tumbarse en la cama. Y, proceda o no –qué se le va a hacer-, despertar.

silencio).

martes, 23 de octubre de 2012

Saliva.


Debiera quizá soltar esta noche
la bilis rosada que del páncreas
me nace, o quizá vomitar los versos
que durante tantos años me callé.

Amo esta pulcritud que me rodea,
esas redondas que me invaden de azul,
aquel vivir a contratiempo quizá.

Que mis cuitas se escondan en la cama
de su sonrisa o en la esquina de su
cuello.

Que mis alegrías dancen a oscuras
en el cosmos de su vientre vedado
e inquieto.

Amo estos silencios acogedores
esas noches violentas y granates,
aquella sonrisa amarilla de allí.

Muere el espacio y me abandona el tiempo,
en tanto que los versos brotan prestos
de mis muñecas de barro y cristal.
Se nos cae el mundo a pedazos, che.