Viviendo a contratiempo uno se siente como estúpido, especial entre especiales,
qué sé yo. Me gustan tus ojos cuando se humedecen y se entornan en la zona
próxima a las sienes, como las ventanas de mi cuarto en los atardeceres de
otoño. Son como el ritmo del Soul, una lágrima en tu mejilla quizá. Y que
guardes silencio y me mires como si se acabase el cielo en mi nuca, todo
concentrado ahí, en un pedazo de mi cuerpo. Que estés seria, o casi, y te caiga
el pelo alborotado por los hombros, que tres segundos sean tres lugares, y que
los bailes de sonrisas me jueguen una mala pasada.
Los
espacios que pasan a gritos, los segundos que invadimos y no conquistamos, la
pereza al besarte, qué sé yo. Se nos despista la cadencia y nos refugiamos a la
orilla del camino, casi agonizando. Leer
un libro, acampar en tus párpados, que la lluvia me inunde.
Ver
cómo desaparece todo y te vas. Pensar que las palabras clave ya han sido dichas
y decidir no redundar, porque tus ojos son tus ojos. Y volver a casa cabizbajo,
con las manos en los bolsillos, escribiendo versos de cabeza. Tumbarse en la
cama. Y, proceda o no –qué se le va a hacer-, despertar.
silencio).
Dice Sabina que "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver".
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo: la mejor forma de volver adonde fuiste feliz son las palabras.
Las tuyas me han provocado un volcán de sentimientos y, no sé por qué, lágrimas.
Hacía mucho tiempo que no leía por aquí algo tan hermoso.
Muchas gracias.
Uno no elige las felicidades a las que vuelve y revuelve, sino que éstas llegan como las descargas de un desfibrilador para hacernos sentir vivos, pura electricidad.
EliminarMe alegra muchísimo que te haya parecido hermoso.
Muchas gracias a ti por tus palabras.