Debiera
quizá soltar esta noche
la
bilis rosada que del páncreas
me
nace, o quizá vomitar los versos
que
durante tantos años me callé.
Amo
esta pulcritud que me rodea,
esas
redondas que me invaden de azul,
aquel
vivir a contratiempo quizá.
Que mis
cuitas se escondan en la cama
de su
sonrisa o en la esquina de su
cuello.
Que mis
alegrías dancen a oscuras
en el
cosmos de su vientre vedado
e
inquieto.
Amo
estos silencios acogedores
esas
noches violentas y granates,
aquella
sonrisa amarilla de allí.
Muere
el espacio y me abandona el tiempo,
en
tanto que los versos brotan prestos
de mis
muñecas de barro y cristal.
Se nos cae el mundo a pedazos, che.
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