martes, 23 de octubre de 2012

Saliva.


Debiera quizá soltar esta noche
la bilis rosada que del páncreas
me nace, o quizá vomitar los versos
que durante tantos años me callé.

Amo esta pulcritud que me rodea,
esas redondas que me invaden de azul,
aquel vivir a contratiempo quizá.

Que mis cuitas se escondan en la cama
de su sonrisa o en la esquina de su
cuello.

Que mis alegrías dancen a oscuras
en el cosmos de su vientre vedado
e inquieto.

Amo estos silencios acogedores
esas noches violentas y granates,
aquella sonrisa amarilla de allí.

Muere el espacio y me abandona el tiempo,
en tanto que los versos brotan prestos
de mis muñecas de barro y cristal.
Se nos cae el mundo a pedazos, che.

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