lunes, 18 de noviembre de 2013

"Cerebropez"


Dices que eres una niña y que siempre sonríes. Y en ese absurdo y quimérico (irreal, estúpido, desesperante) estado seguimos durante horas, si no consigo que te pongas el traje de mujer.

Pero ay si te lo pones.


Porque si te lo pones, cambias los matices de cualquier soledad congénita -incluso de la mía-, arrasándola a ratos...; eres la sutileza de una seriedad elegida, la elegancia sublime de una sonrisa tranquila, el verde esmeralda de los ojos que seduce sin apenas buscarlo. Me duele como un alacrán sin piedad en la zona de la tráquea la cadencia sigilosa y divertida de tus manos, el espasmo natural de tus labios cuando quiebras la risa o buscas que te bese. Y se me encoge la caja torácica cuando me cuentas lo triste que has estado a veces, cuando no mientes, cuando te olvidas de que posees un cuerpo bonito y te dejas llevar y te pones nerviosa; porque es entonces y sólo entonces, cuando eres perfecta.

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