martes, 12 de julio de 2011

Punto y coma de noche.

Ya. Es como ser así. Brioso corcel. Triste. Sin tiempo. Lloroso de adiós. Prestome un alma la noche: alma de un donnadie. Para el día. Para el mediodía. Para los cruces de miradas rudas y toscas, como las de cualquier espíritu noble. Veo. No veo. Sé que dudo. Miedo. Eso está ahí y yo también. ¿Qué será? ¿Quién, quizá? Bruces. Cruces. No. Es ausencia. Reminiscencia de tu cuerpo. Cierto. Que miento… que siento lo que no creo que veo. Leo. Leo de leer libros. Pulsa las teclas y llora. Mora, el viento en mi cabeza, el frío en mi espinazo, el llanto en mis pupilas, la luz de mi ceguera en los dientes amarillo-tabaco. Opaco el pecho de humo. Sumo. A lo sumo. Fumo. ¿Qué uno? Dedos y dados a una. ¿Qué más da? Mi cabeza va a estallar. Revienta. Sienta ella mis congojas. Iluso estúpido. La amas. Es la ama. La ama mi alma. La cama la llama. Duerme y arde.

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