martes, 5 de abril de 2011

"¡Qué!"

¡Qué! ¿Algo que decir?
¿Pensar hogaño? ¿Otrora quizás?
¿Terror en los labios?
Frío, es frío.
Varado en la arena.
La clave:
todo es tan así
que el hastío,
fiel amante de la desidia,
ha despertado.
Ahí queda el pájaro,
matado le he.
Ya no cantará más,
ya no molestará más mis penas,
ya no avivará flama alguna,
porque con su sangre
de animalillo pordiosero,
apagué la vaga reminiscencia
de la tea que antaño
alumbró mis amores.
¿Qué más da si,
tras todo,
todo es nada?
Es lo que vivo,
lo que contemplo.
Todo es nada.
La certeza se evapora,
y mi alma con ella va,
y yo –ese yo- queda,
como hoja seca,
entre el follaje espeso,
de los abedules de la sierra,
sin nombre, sin vida, sin nada.

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