Apartarse
cuando el verano llega
es como
mear en coto vedado
un día
de fiesta en el que llueven
alacranes
con pimienta del cielo.
Y no es
que yo sea un poeta
y no es
que esto sea más que un verso
es sólo
que cuando el verano llega
uno
debe apartarse y sonreír.
Y
apartarse es dejarla disfrutar
de la
versatilidad de su rostro
de
muñeca de porcelana y vidrio,
del
ritmo de sus pies cuando camina.
Apartarse
es sonreír al verla
en la
distancia y acariciar quedo
los
vientos de prados verdes y pueblos
tan
desiertos como
el
corazón del poeta y su pluma.
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